En joyería se trabaja siempre con aleaciones: una aleación es la fusión de metales que en una proporción determinada y en función de sus propiedades se unen para que sea viable la fabricación.
La plata de ley (925 milésimas) lleva cobre, este le da ductilidad y fortaleza a la plata. La cantidad justa de cobre no sólo hace que sea posible manipular el metal con las técnicas clásicas de joyería, sino que también permite que a simple vista tenga ese color característico: es mucho más blanca en estado puro.
El oro de 18k (750 milésimas) es una mezcla de oro, plata y cobre. La proporción en este caso determina el color deseado: podemos agregar más cobre que plata para obtener oro rosa, o agregar un metal blanco como el paladio para obtener oro blanco. En cualquier caso, el porcentaje de mezcla (liga) debe ser siempre el mismo, al 33%
Algo parecido pasa con la soldadura, que no es otra cosa que una aleación del metal en cuestión pero con una proporción hecha para que tenga un punto de fusión mas bajo.
Podríamos decir que las aleaciones son como recetas que, mientras tengan la misma proporción, cada joyero puede fabricarla según le sea conveniente; si quisiéramos por ejemplo que el metal sea más suave o más fuerte según el trabajo que estemos realizando, o si buscamos una tonalidad específica.